Notas |
- La Candelaria libro 74 Folio 6 jun 27/1876. Alejandro, hijo legítimo de Alejandro López, y de María Teresa Restrepo. Abuelos paternos: Antonio López y Magdalena Alvarez. Abuela materna: Juliana Restrepo. Nació el 14
- Alejandro López (1876-1940)
Destacado ingeniero antioqueño. Obtuvo el título de Profesor de Matemáticas por correspondencia. Polemizó con Julio Garavito sobre el tipo de matemáticas que debía enseñarse a los ingenieros, defendiendo la tesis de que las matemáticas que debían aprender los ingenieros eran las estrictamente necesarias para su aplicación en la profesión, contraria a la posición del primero líder de los matemáticos bogotanos donde la matemática sí debía aprenderse por ella misma como parte fundamental en la formación de los ingenieros.
- ALEJANDRO LOPEZ RESTREPO:
Ingeniero y administrador antioqueño (Medellín, junio 4 de 1876 Fusagasugá, Cundinamarca, marzo de 1940). Hijo de una familia de artesanos, Alejandro López Restrepo terminó estudios de Ingeniería Civil en la Universidad de Antioquia en 1899 y de Ingeniería de Minas en la Escuela Nacional de Minas en 1908. Dotado de un sentido práctico fuera de lo común, la obra intelectual de la primera etapa de su vida se orientó a la solución de una serie de problemas que afectaban a Antioquia. En su tesis de grado como ingeniero civil en 1899, "El paso de la quiebra en el Ferrocarril de Antioquia", previó, con una gran anticipación, que la más rápida y eficaz salida al río Magdalena que podría tener Medellín sería un túnel, el cual vino a construirse treinta años después. También publicó un tratado para los mineros, titulado Nociones de cianuración, escrito en compañía del también ingeniero Luis F. Osorio. Fruto de su viaje a Estados Unidos y México, entre 1905 y 1906, fueron sus notas de observación El henequén y otras plantas fibrosas, de 1906, donde expuso su teoría de que toda tecnología que se trajera del exterior debería ser adaptada a las condiciones culturales y económicas del país. Sus observaciones en México lo condujeron a diseñar un prototipo de máquina para descorticar la cabuya, aparato que patentó con el nombre Desfibradora Antioqueña. También inventó una máquina de hilar denominada Hiladora Colombia, en 1918. Como profesor de la Escuela Nacional de Minas, desde 1905, y gerente de la empresa minera franco-colombiana E1 Zancudo, desde I907, López dedicó casi una década a la divulgación y aplicación práctica de las teorías administrativas del ingeniero norteamericano Fríedrick W. Taylor, y de las dei francés Henri Fayol, mediante las cuales la moderna empresa racionalizaba el trabajo. Entendiendo que era imposible aplicar el taylorismo sin conocimientos mínimos de estadística, López dedicó también parte de su tiempo a la enseñanza de esta disciplina, para lo cual publicó dos libros: Antioquia. Monografía estadística y Estadística de Antioquia, ambos en 1915, el último en compañía del ingeniero Jorge Rodríguez. La Estadística de Antioquia tenía como apéndice una traducción hecha por el propio López del Tratado elemental de estadística, de Fernand Fauré. Desde 1910, Alejandro López se involucró en la política regional, como diputado de la Asamblea de Antioquia y como concejal de Medellín, convencido de que sólo mediante la acción política podía llevar a cabo el esfuerzo modernizador en el que estaba comprometido. Tras largas luchas militando en el partido liberal, consiguió terminar el monopolio de la renta de licores y de tabaco, así como la departamentalización de los servicios públicos y del Ferrocarril de Amagá. Fue miembro de la Sociedad de Mejoras Públicas y, como tal, participó en el Plan del Medellín futuro, en 1912. Su etapa activa en Antioquia terminó en 1920, cuando decidió viajar a Europa con su esposa, Lucía Uribe Márquez, y sus cuatro hijos: Horacio, Gabriel, Fabio e Ignacio, cuya educación encargó a una de las escuelas activas más importantes de Inglaterra, Abbots Holme.
Su segunda etapa vital transcurrió en Inglaterra, donde permaneció desde 1921 hasta 1935, luego de un fallido intento de adaptación en Bélgica. En el medio inglés Alejandro López logró llegar a su completa madurez intelectual, dedicándose de lleno al estudio ya no de los problemas de Antioquia, sino de los asuntos colombianos. En adelante, el país será su preocupación fundamental. Luego de abrir una oficina privada de ingeniería en Londres, se involucró cada vez más en misiones oficiales como la nacionalización de los ferrocarriles de Girardot y del. Nordeste, la unificación de la deuda externa en 1924 (cuando conoció personalmente a John Maynard Keynes) y los negocios de los bonos colombianos en la Bolsa de Londres. Estas actividades culminaron con su nombramiento como agente fiscal en Europa, en 1927, y cónsul general en Londres en 1930. El tiempo libre que le dejaban estos múltiples compromisos, Alejandro López lo dedicó, en la British Library, al estudio de los economistas clásicos y neoclásicos, particularmente Altred Marshall y Stanley Jevons, de cuya teoría sobre el "análisis marginal" fue uno de los primeros divulgadores en Colombia, con sus libros Problemas colombianos, de 1927, y El trabajo, de 1928. Aparte de moverse en los círculos financieros de Londres, se afilió a sociedades políticas o académicas como el National Liberal Club de Londres y la Royal Economics Society, lo que le permitió ampliar su visión económica y política, que culminó con su aclamado y muy discutido libro Idearium liberal, escrito en 1929, pero publicado en 1931. Allí, bajo la influencia clara de obras de Keynes, como The end of laissez faire, López planteó el programa de acción del partido liberal colombiano, basado en el intervencionismo de Estado. En medio de la Gran Depresión, intentó un ensayo de solución al problema más debatido de la época: el desempleo, publicando en inglés y en español un ensayo que llamó El desarme de la usura, de 1933, quizás el primer intento en América del Sur de examinar el problema de la depresión económica desde la perspectiva del mundo colonial o periférico. El ciclo vital de Alejandro López terminó con su regreso a Colombia, en 1935. Consagró sus últimos cinco años al servicio del partido liberal en el gobierno, ocupándose como representante a la Cámara y gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, entre 1935 y 1937, donde adelantó la primera intervención estatal de los precios del café. También publicó numerosos artículos en revistas como El mes financiero y económico (Ver tomo 5, Cultura, pp. 32-32).
De Ivan Restrepo Jaramillo:
Mi padre Ingeniero, contaba que cuando pensaron en construir la carretera a Cartagena, le preguntaron al Dr López que cual creía que era la ruta indicada, el respondió: "Meese en el parque de Berrío y siga la miada", hoy 2010 aun estan pensando en construir la doble calzada por Yarumal-Ventanas, es increible.
Alejandro López R., I.C., nació en Medellín, el 14 de junio de 1876, de una familia de artesanos: Alejandro López Alvarez y Teresa Restrepo. Fueron 11 hermanos. Leopoldo -médico- y Libardo -abogado- sus hermanos mayores. Alejandro fue el tercero. Termino sus estudios de primaria en el Instituto Caldas, el bachillerato en la Universidad de Antioquia e 1899, y la carrera de ingeniería en la Escuela de Minas el 20 de noviembre de 1908, cuando pertenecía a la Universidad de Antioquia.
- Alejandro López Restrepo:
Industrial. Ingeniero. Político. Intelectual. Liberal. Nació en 1876, en Medellín. Murió en 1940, en Fusagasugá. Hijo de Alejandro López Álvarez y de María Teresa Restrepo. Su padre era sastre. Alejandro fue un importante personaje dentro de la vida social de Antioquia durante la primera parte del siglo XX. Fue bachiller del liceo de la Universidad de Antioquia.
Se graduó como ingeniero civil de la Universidad de Antioquia en 1899 (o 1896), con una tesis que previó, con una gran anticipación, que la más rápida y eficaz salida al río Magdalena sería un túnel. Terminó en 1908, en Medellín, estudios de Ingeniería de Minas en la Escuela Nacional de Minas. Fue profesor de la Escuela de Minas desde 1905. Concejal de Medellín. Diputado a la Asamblea de
Antioquia en 1911, 1916, 1919, 1920. Fue representante a la Cámara en el periodo 1935-1936. Fue ingeniero del Ferrocarril de Antioquia. Ingeniero del Municipio de Medellín en 1903. Director general de la Sociedad Minera El Zancudo entre 1907 y 1920, año en que viajó a Londres como agente comercial de Colombia y del Ferrocarril de Antioquia. Fue presidente de la Federación Nacional de
Cafeteros durante 20 meses, entre 1935 y 1937. Miembro de la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín. Director de la publicación La Organización. Colaboró como columnista en el periódico El Correo Liberal, labor que cumplió en algunas otras publicaciones de Medellín. Inventor de distintas máquinas con aplicaciones a la industria cafetera y textil. Autor de textos de diversas temáticas. Se casó en 1908, en Medellín, con Ana Lucia Uribe Márquez.
- De Otto Morales Benitez:
(extracto) 1998
XII. La plataforma de 1935 de López I.C.
Este año de 1935 se señala como de la mayor importancia por la promulgación del programa del liberalismo. Es de capital trascendencia. Tiene un acento social muy fuerte y se proclaman muchas de las reivindicaciones que realizará desde el gobierno. El programa aparece firmado por Alejandro López I.C. Por eso se le conoce con este nombre. Pero es bueno recordar que muchas de las tesis allí expuestas, se venían debatiendo por haber sido proclamadas desde el mismo momento en el cual el partido tomó la iniciativa de llegar al poder. En el Gobierno de Enrique Olaya Herrera se proclamaron muchas iniciativas que, más tarde, pudieron alcanzar soluciones legales. Lo que se conoce como la República Liberal, es una época de integración donde no pueden plantearse deslindes para cada gobierno. Es una tarea conjunta, llena de riqueza doctrinaria, con iniciativas modernísimas, que cambiaban la fisonomía de Colombia. Era descubrir un país y ayudar a conformar un desconocido perfil de la nacionalidad. Alfonso López Pumarejo fue un agitador inteligente de tesis que sacudían a la nación y la comprometían en avances sociales, políticos, jurídicos, culturales de las más ricas vertientes del pensamiento contemporáneo. A él se le deben dinámicas tendencias doctrinarias del partido y eficacísimas realizaciones en el gobierno. De suerte que cuando la Convención de 1935 se reunió, existía un clima espiritual abierto a las más claras y eficaces prédicas en un nuevo lenguaje y con intenciones de transformación de los viejos vicios de la administración pública.
Pero, ¿quién era Alejandro López I.C. para calificarlo como el artífice del programa de 1935? Es bueno que hagamos un recuento sobre su existencia. Fue autor de libros de extraordinaria importancia en el pensamiento colombiano: El trabajo; Problemas colombianos; ldearium liberal. Realiza obras que asombran por su alcance y proyecciones. El proyecto por el cual se moderniza la Escuela de Minas, de Medellín, semillero de los más destacados administradores de lo particular y lo público. El Túnel de la Quiebra, de Medellín a Puerto Berrío, que lanzó al departamento a una intensísima relación comercial y cultural, obedeció a su iniciativa. Consagró muchos afanes al cultivo del café y logró idear una máquina, que en su época, fue una revolución, para despulpar el grano. Lo mismo que como administrador de las minas de El Zancudo, dejó muchas enseñanzas. Lugar donde ocupaba una posición, que siempre fueron destacadas, imponían un estilo por la pulcritud y por la hondura de las medidas que tomaba. Representó al partido en el Parlamento, en la Asamblea Departamental en los concejos. Cuando ocupó la Gerencia de la Federación Nacional de Cafeteros parte considerable de lo que se diseñó, y con lo cual se ha administrado el negocio hasta ahora, es de su iniciativa. Era hombre de entereza intelectual y moral.
Viajó a Londres, donde vivió muchos años. Por ello sus libros fueron editados en Europa. Allí dirigió el Consulado de Colombia y, en tal calidad, logró la nacionalización de los ferrocarriles, que antes administraban y explotaban algunas compañías inglesas. El negocio de perlas fue otra misión que cumplió a cabalidad. Los bonos del departamento de Antioquia los administró con buenos rendimientos. En Francia participa en el Congreso de Transportes y en Sevilla, España, asiste a la Primera Conferencia Internacional del Café, y en su trabajo «El mercado del café desde el cultivador hasta el consumidor» repite que se vivirá una crisis inminente, como realmente aconteció y que sorteó con tanta pericia el presidente Olaya Herrera y, en Ginebra, le toca participar en los preliminares de lo que llegó a ser, después de la primera guerra, la Liga de las Naciones. Trabajó con acuciosidad en dos frentes: el comercio internacional y el crédito externo.
En 1928 Alejandro López I. C. es miembro del National Liberal Club de Londres. En 1929 es aceptado como fellow de la Royal Economic Society donde la figura mayor era John Maynard Keynes. Siguiendo las noticias que transmite el investigador y escritor Alberto Mayor Mora, quien ha concluido una biografía acerca de tan cabal hombre de pensamiento, sabemos que López envía a Luis Eduardo Nieto Caballero, el gran divulgador; político y cultural de Colombia, el folleto de Keynes en el cual este personaje de tanta celebridad internacional, estudia el programa agrario e industrial del liberalismo inglés. En 1928 se abre en Londres un ciclo de conferencias con el título de ?Las condiciones económicas de los países de Sudamérica?. López I. C. es invitado y presenta su trabajo «Colombia y su desarrollo». Su texto fue reseñado en la revista Financial Times. Su preocupación es presentar la realidad nacional. Entonces concibe una serie de estudios en relación con el intercambio mundial, las fluctuaciones monetarias, lo geopolítico y económico en relación con las grandes potencias.
Como le correspondió vivir una «revolución intelectual en la economía», envió, entonces, para Colombia, ensayos que señalaban la «moderna concepción del Estado», que implicaba que éste asumiría, en el futuro, nuevas funciones. Su preocupación estaba centrada en la suerte del partido colombiano. A Nieto Caballero le envía mensajes, en varias ocasiones, acentuando sus preocupaciones en torno de los principios. A Eduardo Santos, al estadista, al humanista, al periodista y al combatiente por la colectividad, le manifiesta que le envía el programa industrial que acaba de lanzar el Partido Liberal inglés, diciéndole que «estoy más cerca que el doctor Restrepo (Antonio José, con quien ha sostenido una polémica) de la concepción moderna del Estado liberal». A la vez, repartía el libro de John Maynard Keynes, de la Universidad de Cambridge, titulado Th e end of laissez - faire.
El liberalismo inglés vivía una época de dificultades. Un poco parecidas a las de nuestra colectividad en ésta época. Alberto Mayor Mora recuerda lo que aconteció:
«Lo que sin duda deslumbró a López en estos documentos del Partido Liberal Inglés fue el cúmulo de ideas brillantes, la originalidad de las mismas y la posibilidad de llevarlas a la práctica. El Partido Liberal Inglés, aunque fuera del poder; aparecía a los ojos de López remozado y revitalizado por una élite intelectual que lo había provisto de una ideología liberal que operaba como una fuerza intelectual centelleante. Pero las cosas no habían estado siempre así; a comienzos de la década de 1920 el partido aparecía dividido, sin organización, sin líderes, sin programa, con intelectuales brillantes pero sin quien canalizara sus ideas hacia la acción política. En una palabra, liberalismo inglés y Partido Liberal Inglés discurrían cada uno por canales diferentes.
«Sin embargo, a comienzos de la década se realizaron serios intentos de revitalizar al partido con una ideología radical que reemplazara las vagas generalidades, la acción política como mera negación de las actitudes de otros partidos, la oposición tanto al proteccionismo como al socialismo e, incluso, la indefinida bandera de un ?camino intermedio? entre reacción y revolución.
«La actitud que empezaba a prevalecer era la de la necesidad de una clara definición de lo que el partido estaba dispuesto a ?hacer para? y no ?hacer contra?. De acuerdo con ello, desde 1921 germinó lo que vino a llamarse The Liberal Summer School, o sea, un movimiento que reconociendo la centralidad de la ideología viniera a estimular el pensamiento cooperativo y exploratorio de personas que, lejos de la maquinaria política, estuvieran dispuestas a la discusión y a la crítica. Liberales de todas las tendencias, principalmente jóvenes, fueron convocados a las reuniones del Liberal Summer School que se adelantaron anualmente durante toda la década, alternativamente en Cambridge y Oxford, aunque el perfil no partidista de la convocatoria no significa que sus ideas no llegaran a los oídos de la élite partidista.
«El movimiento del Liberal Summer School ?como abanderado de un liberalismo ?progresista? ?fue un semillero de ideas, pero también de tendencias contradictorias que iban desde la izquierda liberal hasta los liberales centristas, entre los cuales se encontraban los técnicos, los partidarios de la experimentación en política y de la inyección de ?ciencia económica? dentro del liberalismo, y los ideólogos tradicionalistas y rígidos. Esta oposición se personificaba en figuras como M. Keynes y el grupo brillante de economistas de Cambridge, de un lado, y Ramsay Muir periodista y autor de libros de relativa pobreza en cuanto a análisis y pensamiento liberal. El movimiento revitalizador se dividía, por tanto, entre ?técnicos? capaces y ?teóricos? sin capacidad de excitación, que recelaban unos de otros. Desde ya hay que tener en cuenta estos matices, porque López en Idearium liberal va a intentar conciliar estas tendencias divergentes».
El liberalismo inglés examinó muchos temas y ellos despertaban la vocación de estudio y análisis de Alejandro López I.C. Se preocupó el partido británico del endeudamiento y el salario familiar, la vivienda, la planificación urbana, la reforma agraria, problemas de la industria, estabilidad monetaria estatal, control del desempleo, planificación a largo plazo, uso del Estado para alcanzar fines sociales. Resplandecía la tesis de Keynes, quien expresaba que el Estado hiciera las cosas «que al presente no están hechas de ningún modo». Se aceptó un principio: que la democracia era asunto tanto de justicia como de eficiencia. Es una etapa en la cual la visión económica se debe ajustar a la revolución básica en economía y cómo era de esencial el papel del Estado en una economía de crisis.
Formula muchas apreciaciones que parecen dirigidas a los neoliberales, los derechistas de nuevo cuño: «En muchas ciudades colombianas el pueblo ha señalado sus preferencias por la ?propiedad pública? en los servicios de agua, energía, teléfonos». Acentúa una verdad histórica que deberían de escuchar los ?privatizadores?: «Esos ensayos de aprovechamiento de la iniciativa particular para resolver nuestros problemas de servicios con una mínima acción del Estado, obraron en el cuerpo nacional como una vacuna inmunizadora contra la peste de las concesiones».
Mayor Mora apoyado en estas observaciones de López I.C, recomienda:
«Las raíces ?intervencionistas? de la opinión de la masa colombiana, de liberales o conservadores, de agricultores o industriales, de los que aman o detestan al Gobierno, ?los que esperan del Estado que haga lo que nadie hace, que inicie lo que nadie quiere iniciar? ?es decir, de quienes creen que existe un área que se escapa a la iniciativa del individuo? había que buscarlas históricamente, o sea, como algo que surgió en la inmediata historia nacional, ya que ?no era el pueblo colombiano tan manifiestamente intervencionista hace cincuenta o sesenta años?, lo que habría que atribuirlo en lo fundamental ?al escaso desarrollo económico del país?. Desde tiempos de la Constitución de Rionegro que curó, de toda veleidad teórica por el leseferismo y que lanzó, por reacción, al pueblo colombiano al ?socialismo de Estado?, pasando por los gobiernos del general Reyes y el Gobierno republicano, hasta el del general Ospina, se fue despertando una conciencia ?intervencionista?, sobre todo en torno a los fracasos de la ?iniciativa privada? en empresas de ferrocarriles. López invitaba al joven estudiante colombiano de la época para que tomara como tema de investigación ?vigente aún hoy? el fenómeno de la ?iniciativa privada (que) no se dejaba ver por parte alguna como no fuese en emboscadas de indemnizaciones o derechos sin deberes? en las ?obras públicas?, donde finalmente «la iniciativa privada fracasa siempre, aun vigorosamente auxiliada por el Estado».
Pero no sólo la historia ferrocarrilera del país reforzó la tendencia «inconscientemente estatista» de la ciudadanía, sino que el estatismo colombiano también lo forjaron «a martillo, paso a paso y hora por hora, los concesionarios y contratistas de las obras y servicios públicos». La marcada tendencia de los empresarios a aprovecharse de las debilidades del Estado, para sobreponerse a él e incluso para tratarlo de potencia a potencia, condujo en muchas ciudades colombianas a la preferencia ciudadana por la propiedad pública en los servicios de agua y energía, tranvías y teléfonos, ferias y mercados. En resumen, «esos ensayos de aprovechamiento de la iniciativa particular para resolver nuestros problemas de servicios públicos con una mínima acción del Estado obraron en el cuerpo nacional como una vacuna inmunizadora contra la peste de las concesiones».
Esta tendencia antileseferista y estatista se acentuó con el buen manejo de empresas de servicios públicos «por encima de la fatal sentencia de Adam Smith, cuando declaró malos administradores a todos los gobiernos de todos los tiempos». Apelando al dato de su propia experiencia personal, López indicaba cómo entidades oficiales como las Empresas Públicas Municipales de Medellín, el ferrocarril de Antioquia o el de Caldas, e incluso la construcción por parte de la nación del Ferrocarril del Pacífico se destacaban por una eficiencia que «iguala y aun supera la eficiencia de las empresas privadas».
Recuérdese aquí que para el liberalismo inglés del Britain Industrial Future, intervencionismo estatal implicaba igualar o superar la eficiencia privada. Un índice del progreso de la época era que la actividad del gobernador de Antioquia se midiera, no como jefe de alcaldes sino como presidente de diversas juntas administrativas de servicios públicos. Yendo más allá del liberalismo de Nieto Caballero, López reiteraba la necesidad del intervencionismo estatal en áreas donde la iniciativa privada fuera incapaz del todo o donde hubiera fracasado rotundamente: «Nosotros tenemos una concepción distinta de las tareas y responsabilidades del Estado. Lo concebimos como una cooperativa para llevar a cabo objetivos colectivos que quedan fuera de la acción individual... La estadística, por ejemplo, es necesaria en todo pueblo organizado y culto. Pero es labor que ningún ciudadano puede, ni debe, ni quiere hacer por cuenta propia. Hacer estadística nacional no es obra de seguridad ni de defensa».
Complementando el ?Programa Liberal de 1935?, se publican dos capítulos del libro Idearium liberal de Alejandro López I. C. (Estas dos iniciales, significan ingeniero civil). El primero lleva el mismo título de su volumen, y el segundo se llama «Líneas de un programa administrativo». En este texto, el análisis se hace ceñido a la ?ciencia social?. Mayor Mora indica cuál es la división de este ensayo: «El libro, considerado desde la intención unificadora enunciada en el introito, puede entonces ser dividido en cuatro grandes partes: el problema de la transhumancia y del mestizaje (caps. 2 y 3); la inestabilidad monetaria y la crisis (caps. 4, 5, 6 y 7); el problema de la tierra (caps. 8 y 9), finalmente, como fundamento ?teórico? y como exégesis política, la sustentación del intervencionismo de Estado y su tradición al programa liberal colombiano (caps. 10, 11,12 y 13)».
Tiene otra virtud este libro: muchas de sus reflexiones las formula desde el ángulo indoamericano, mirando la coyuntura mundial. Tuvo el efecto de despertar un gran interés nacional y, especialmente, entre la juventud: «Carácter ?moderno? y ?creativo? de la plataforma liberal fue lo primero que se captó, y con certeza, en Colombia de Idearium liberal. Independientemente de o por el conocimiento de esa plataforma, se produjeron otras reacciones en los medios políticos. En Antioquia se aprobó la candidatura de López para la Cámara de Representantes, simultáneamente con la publicación en el Diario de Medellín, y en El Espectador de Bogotá, de una cada de Germán Medina a López en la que se solicitaba la presencia de éste en Colombia, pues aparte de la necesidad de un examen más detenido de la cuestión agraria y de la propiedad privada, los viejos valores del liberalismo no eran ya suficientes para el análisis de los problemas colombianos: «La juventud colombiana ?decía Medina a López? ha empezado a leer con entusiasmo sus escritos, ha escogido últimamente su nombre y su personalidad, para que le sirva de guía en sus nuevas orientaciones. La juventud ve en usted al pensador que ha de trazarle el camino de sus conquistas. Venga usted a Colombia, que ya encontrará campo más propicio para sembrar sus ideas, pues ya se van acabando los viejos valores que no supieron comprender nuestras necesidades y dolencias».
Al mismo tiempo, en Bogotá un grupo de universitarios creó un ?Circulo de estudios colombianos? teniendo como mentor y guía a Alejandro López, círculo por lo demás de «orientación netamente, exclusivamente económica, porque sabe que hoy la política tiene por singular objeto resolver dificultades de esa índole». Si además se iba captando que su orientación política era también esencialmente económica, e incluso ?revolucionada?, López debió experimentar gran satisfacción al comprobar que eran los jóvenes los que iban aceptando rápidamente su mensaje. Esto fue corroborado con la postulación que hicieron de López para candidato a la Cámara ante el Comité Liberal Universitario, los jóvenes liberales Gerardo Molina, Enrique Caballero Escobar, Abelardo Forero Benavides, Octavio Robledo Avendaño y Aurelio Arturo, quienes sustentaron su petición afirmando que «debe ser nuestro vocero un individuo de obra conocida y de ideología robusta y clara; si algo nos sobrecoge de temor, es la perspectiva de un representante cuyo programa sea de última hora, fraguado en los afanes de los días cercanos a la escogencia de candidatos, o la de uno cuya actuación en las Cámaras tendría el carácter de un billete de lotería; en vez de inteligencias que vayan a ser formadas por el Congreso, queremos inteligencias que vayan a formar el Congreso».7
- Grandes visionarios de Antioquia.
Alejandro López Restrepo
Ingeniero y administrador antioqueño (MedellÃn, junio 4 de 1876 Fusagasugá, Cundinamarca, marzo de 1940). Hijo de una familia de artesanos, Alejandro López Restrepo terminó estudios de IngenierÃa Civil en la Universidad de Antioquia en 1899 y de IngenierÃa de Minas en la Escuela Nacional de Minas en 1908. Dotado de un sentido práctico fuera de lo común, la obra intelectual de la primera etapa de su vida se orientó a la solución de una serie de problemas que afectaban a Antioquia.
En su tesis de grado como ingeniero civil en 1899, "El paso de la quiebra en el Ferrocarril de Antioquia", previó, con una gran anticipación, que la más rápida y eficaz salida al rÃo Magdalena que podrÃa tener MedellÃn serÃa un túnel, el cual vino a construirse treinta años después. También publicó un tratado para los mineros, titulado Nociones de cianuración, escrito en compañÃa del también ingeniero Luis F. Osorio. Fruto de su viaje a Estados Unidos y México, entre 1905 y 1906, fueron sus notas de observación El henequén y otras plantas fibrosas, de 1906, donde expuso su teorÃa de que toda tecnologÃa que se trajera del exterior deberÃa ser adaptada a las condiciones culturales y económicas del paÃs.
Sus observaciones en México lo condujeron a diseñar un prototipo de máquina para descorticar la cabuya, aparato que patentó con el nombre Desfibradora Antioqueña. También inventó una máquina de hilar denominada Hiladora Colombia, en 1918. Como profesor de la Escuela Nacional de Minas, desde 1905, y gerente de la empresa minera franco-colombiana E1 Zancudo, desde I907, López dedicó casi una década a la divulgación y aplicación práctica de las teorÃas administrativas del ingeniero norteamericano FrÃedrick W. Taylor, y de las dei francés Henri Fayol, mediante las cuales la moderna empresa racionalizaba el trabajo.
Entendiendo que era imposible aplicar el taylorismo sin conocimientos mÃnimos de estadÃstica, López dedicó también parte de su tiempo a la enseñanza de esta disciplina, para lo cual publicó dos libros: Antioquia. MonografÃa estadÃstica y EstadÃstica de Antioquia, ambos en 1915, el último en compañÃa del ingeniero Jorge RodrÃguez. La EstadÃstica de Antioquia tenÃa como apéndice una traducción hecha por el propio López del Tratado elemental de estadÃstica, de Fernand Fauré.
Desde 1910, Alejandro López se involucró en la polÃtica regional, como diputado de la Asamblea de Antioquia y como concejal de MedellÃn, convencido de que sólo mediante la acción polÃtica podÃa llevar a cabo el esfuerzo modernizador en el que estaba comprometido. Tras largas luchas militando en el partido liberal, consiguió terminar el monopolio de la renta de licores y de tabaco, asà como la departamentalización de los servicios públicos y del Ferrocarril de Amagá. Fue miembro de la Sociedad de Mejoras Públicas y, como tal, participó en el Plan del MedellÃn futuro, en 1912.
Su etapa activa en Antioquia terminó en 1920, cuando decidió viajar a Europa con su esposa, LucÃa Uribe Márquez, y sus cuatro hijos: Horacio, Gabriel, Fabio e Ignacio, cuya educación encargó a una de las escuelas activas más importantes de Inglaterra, Abbots Holme. Su segunda etapa vital transcurrió en Inglaterra, donde permaneció desde 1921 hasta 1935, luego de un fallido intento de adaptación en Bélgica. En el medio inglés Alejandro López logró llegar a su completa madurez intelectual, dedicándose de lleno al estudio ya no de los problemas de Antioquia, sino de los asuntos colombianos. En adelante, el paÃs será su preocupación fundamental.
Luego de abrir una oficina privada de ingenierÃa en Londres, se involucró cada vez más en misiones oficiales como la nacionalización de los ferrocarriles de Girardot y del. Nordeste, la unificación de la deuda externa en 1924 (cuando conoció personalmente a John Maynard Keynes) y los negocios de los bonos colombianos en la Bolsa de Londres. Estas actividades culminaron con su nombramiento como agente fiscal en Europa, en 1927, y cónsul general en Londres en 1930. El tiempo libre que le dejaban estos múltiples compromisos, Alejandro López lo dedicó, en la British Library, al estudio de los economistas clásicos y neoclásicos, particularmente Altred Marshall y Stanley Jevons, de cuya teorÃa sobre el "análisis marginal" fue uno de los primeros divulgadores en Colombia, con sus libros Problemas colombianos, de 1927, y El trabajo, de 1928.
Aparte de moverse en los cÃrculos financieros de Londres, se afilió a sociedades polÃticas o académicas como el National Liberal Club de Londres y la Royal Economics Society, lo que le permitió ampliar su visión económica y polÃtica, que culminó con su aclamado y muy discutido libro Idearium liberal, escrito en 1929, pero publicado en 1931. AllÃ, bajo la influencia clara de obras de Keynes, como The end of laissez faire, López planteó el programa de acción del partido liberal colombiano, basado en el intervencionismo de Estado.
En medio de la Gran Depresión, intentó un ensayo de solución al problema más debatido de la época: el desempleo, publicando en inglés y en español un ensayo que llamó El desarme de la usura, de 1933, quizás el primer intento en América del Sur de examinar el problema de la depresión económica desde la perspectiva del mundo colonial o periférico. El ciclo vital de Alejandro López terminó con su regreso a Colombia, en 1935.
Consagró sus últimos cinco años al servicio del partido liberal en el gobierno, ocupándose como representante a la Cámara y gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, entre 1935 y 1937, donde adelantó la primera intervención estatal de los precios del café. También publicó numerosos artÃculos en revistas como El mes financiero y económico (Ver tomo 5, Cultura, pp. 32-32).
- Alejandro fallecio en Fusagasuga en su finca La Fuente
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