Notas |
- De Blanca De Lima:
ORÍGENES DEL APELLIDO SENIOR EN LA CIUDAD DE CORO
El apellido Senior, de origen judío sefardita, es ajeno a la Venezuela colonial debido a la prohibición que había sobre la presencia de judíos en territorios del imperio español. De manera excepcional, en el Archivo Histórico del Estado Falcón-Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (AHEF-UNEFM) se encuentra un documento del siglo XVIII donde un Salomón Senior, en fecha octubre de 1748, fue testigo en la venta que hizo Mosseh Henríquez a Antonio Vázquez de una mulata fugada de Curazao a Coro, la cual fue vendida en 500 pesos.
Al amparo de leyes grancolombinas primero y venezolanas después, como el «Tratado de paz, amistad, navegación y comercio», firmado con los Países Bajos el 1 de mayo de 1829, y el decreto sobre libertad de cultos de 17 de febrero de 1834, un pequeño núcleo de comerciantes holandeses, en su mayoría sefarditas, se asentó en la ciudad de Coro. En este escenario, el apellido Senior llega de manera definitiva a la tierra firme venezolana durante los años treinta del siglo XIX. Sin embargo, ningún Senior aparece enlistado en el padrón de extranjeros que levantó en 1831 el gobernador José María Tellería. Tampoco figura entre los apellidos de comerciantes agredidos durante los eventos xenofóbicos del lapso octubre-diciembre de 1831. Esto nos hace suponer que los primeros Senior que arribaron a las costas corianas lo hicieron una vez pasada la primera crisis de convivencia entre los criollos y los recién llegados migrantes. En los documentos destacan los siguientes personajes: David Senior, Mordechay Senior, los hermanos Abraham J. Senior y Jeudah Senior, Abraham M. Senior y sus hijos David e Isaac; todos comerciantes excepto estos dos últimos, que eran menores.
El más antiguo documento ubicado en Coro que da cuenta de la presencia del apellido Senior en la región coriana es un expediente de la Sección Criminales del AHEF-UNEFM, que corre entre octubre y noviembre del año 1832. En él un David Senior -menor de edad- figura como testigo en un hecho de violencia ocurrido en la casa de José Curiel. Muy probablemente este David sea el hijo de Abraham M. Senior y Leah de David Senior, con lo cual podemos deducir que esta pareja -los más lejanos ancestros de Segismundo Senior en tierra venezolana- llegó a radicar en Coro durante el año 1832.
Nuestro Abraham M. Senior era hijo de Mordechay Senior y Leah Namías de Crasto. Así, entonces, tenemos a partir de la década de los años treinta del siglo XIX, iniciándose la República de Venezuela, a Abraham Senior y su esposa Leah Senior, con sus hijos David, Clara e Isaac; abriéndose caminos en la ciudad de Coro. David aparece como alumno de la escuela de primeras letras, situada en el Colegio Nacional de Coro, en fecha tan temprana como el 31 de agosto de 1834. Su hermano Isaac figura en agosto de 1842 como estudiante de la misma institución, presentando y aprobando examen público de gramática castellana; y en noviembre del mismo año como alumno de gramática castellana a nivel de etimología. Clara, con bajo perfil por su condición de mujer, casó con Segismundo Weil -nacido en Hamburgo pero residenciado en Curazao- también comerciante, viviendo algún tiempo en Coro para trasladarse a la antilla holandesa a comienzos de los años setenta del siglo XIX y finalmente a Hamburgo, donde radicaron de manera definitiva. Isaac casó en Coro con Raquel López Henríquez y Namías de Crasto, siendo los padres de Segismundo Senior López Henríquez. Segismundo Senior representa, así, la tercera generación familiar radicada en Venezuela -específicamente en Coro- y la primera generación nacida en tierra firme venezolana.
Nuestro Abraham aparece como Abraham M. Senior o A. M. Senior. Se le ubica desde los años treinta en documentos civiles y en causas criminales, bien como comerciante acreedor, como testigo en bodas y registro de documentos, curador de menores huérfanos y acusado de introducir contrabando, entre otras figuraciones. Así, en agosto de 1834 recibió poder amplio de David Senior -tal vez su tío- para atender sus negocios, en 1840 aparece como acreedor por venta de mercancías a José Jesús Martínez, en 1841 como testigo en la hipoteca que José Domingo Gómez hace a A. P. Brandao, en 1842 como liquidador de la testamentaría de David de Castro, en 1851 testigo en la venta de una goleta que compró Samuel Levi Maduro Jr., y en 1860 fue testigo de la boda de Exilda Abenatar y David Curiel.
Una casa de su propiedad funcionó como sitio de culto, siguiendo así lo normado en el tratado de paz de 1829, que autorizaba a los no católicos el ejercicio de su religión en casas privadas. De esto quedó constancia en 1847, cuando el periódico The Occident and American Jewish Advocate (Philadelphia, EUA), publicó una nota enviada por el Sr. Brandao desde la ciudad de Coro, comentando que todos los viernes en la noche, sábados mañana y noche, y los días de fiesta, se reunían más de veinte personas en la casa de Abraham M. Senior. Para 1853 continuaba siendo una propiedad de Abraham M. Senior el sitio de culto de su comunidad religiosa, ahora la sala de una casa comprada a la Sra. Petrona Pión de Matos el 30 de julio de 1852. Abraham dirigió carta a su vecino A. H. García en septiembre de 1853, pidiendo permiso para abrir dos ventanas hacia el solar propiedad de García, con el objeto de “facilitar frescura y ventilación a la piesa destinada a sus oraciones”. Gracias a estos dos documentos se logró ubicar con exactitud una de las salas de oración que tuvo la comunidad judía coriana. La importancia de la casa, por sus dimensiones, ubicación y propietarios que la precedieron; nos habla del ascenso económico logrado por la familia Senior. Esta casa es en la actualidad sede del Museo Alberto Henríquez.
Sus hijos David e Isaac repiten el mismo perfil de su padre en los documentos públicos. A David lo encontramos figurando como testigo en la venta de una propiedad que Miguel Borras hiciera a Jeosuah Dacosta Gómez en el año 1846, en 1848 compró a Raymundo Magdaleno un caballo alazano frontino, en 1851 es testigo en la venta de una goleta. Los hermanos se asociaron y de ello quedó como testimonio el más antiguo libro de contabilidad del Fondo Senior, con fecha 1851 pero con reporte de operaciones comerciales -específicamente venta de mercancías- que retrotraen hasta el año 1844; y cuya portada está identificada como “Libro del comercio de David A. Senior”, el cual corre de 1851 a 1865. Lo anterior permite suponer que David A. Senior inició operaciones comerciales de manera formal durante los años cuarenta -de ahí el libro de contabilidad-, y con el tiempo, quizás en 1951, se le asoció su hermano Isaac.
Para el año 1855 el grupo familiar constituido por Abraham Senior, su esposa Leah y sus hijos estaba plenamente radicado en Coro, y con fuertes intereses comerciales en curso. David, como otros comerciantes judíos, había hecho préstamos y donativos a la administración provincial; los préstamos eran deducibles del pago de los derechos de importación, de esta forma las autoridades locales obtenían dinero para cubrir los gastos de la administración pública en épocas difíciles, y los comerciantes utilizaban los pagarés emitidos por las autoridades como dinero en efectivo ante las aduanas.
En un escenario de conflicto se conjugaron, a fines de enero de 1855, las tensiones entre los comerciantes judíos y las autoridades debido a la morosidad de las mismas para hacer honrar sus compromisos y la negativa de aquellos a dar más préstamos, las diferencias políticas entre comerciantes y autoridades militares, el desplazamiento de comerciantes locales por los residentes sefarditas holandeses y el milenario discurso xenofóbico anti judío alimentado por la iglesia católica de la época, presentándose un brote de violencia contra la comunidad sefardita coriana, el cual se inició el 31 de enero de 1855, con la colocación de pasquines amenazantes en las puertas de las casas de diversos comerciantes sefarditas.
En esta ocasión los Senior sí se vieron profundamente involucrados, ya que el apellido encabezaba uno de los volantes anónimos que circularon por la ciudad: “Seniores, Maduros, Delimas, Morenos, Lopes, Desolas, Namias, Henriquez, etc. Vuestras inauditas acciones que habéis cometido os han hecho acreedor a la muerte. Os habla una familia admirada hace mucho tiempo por vos, y que se encuentra en la miseria mas espantosa por vos hijos sin humanidad. Tened presente que si algún día que no está muy lejos os sucede algún mal registrad vuestra memoria y encontrareis á esta familia que yace en la miseria por vos Judeós. Ella anciaba el momento de la venganza…Mueran los judíos!”.
En la lista de quienes salieron por el puerto de La Vela de Coro durante la primera semana de febrero de 1855 se encuentran Abraham M. Senior y sus hijos David e Isaac, así como sus primos hermanos Abraham J. y Jeudah Senior. La tienda de este último fue el primer comercio saqueado durante los eventos xenofóbicos, y Jeudah nunca retornó a Coro, dejando como apoderado de sus intereses comerciales al Sr. Felipe López, habiendo muchos documentos en el AHEF-UNEFM que dan cuenta de las actividades de López a nombre de Jeudah Senior. Por lo que respecta a David e Isaac, pese al retiro obligado hacia Curazao mantuvieron activas sus operaciones triangulándolas por Maracaibo, así consta en algunos cuadernos de contabilidad. Abraham y sus hijos suscribieron la nota de protesta que 23 comerciantes judíos afectados por los eventos xenofóbicos entregaron al gobernador de Curazao, Jacob Gravenhorst. En la nota acusaban a las autoridades locales corianas y pedían indemnización al gobierno venezolano por los daños materiales, exponiendo que: “un hecho atroz, indigno de la cultura que había alcanzado aquella república, nos ha obligado a abandonar nuestros intereses, para poner en seguridad nuestras familias y personas”.
¿Qué llevó a Isaac a retornar a Coro, tras los conflictos de 1855? Probablemente una combinación de los intereses comerciales creados en Venezuela, pocas opciones en Curazao -una isla pequeña y con poderosos capitales arraigados- y un proceso de arraigo cultural hacia Venezuela. Estos escenarios se vislumbran, por ejemplo, en la persistencia de las operaciones comerciales por encima de la huída de coyuntura, y en que Isaac opta por contraer matrimonio en Coro, el 9 de enero de 1861, con Raquel López Henríquez. Sus hijos nacen en Coro e incluso hay constancia de que por lo menos dos fueron circuncidados en la misma ciudad por Moses Frois Ricardo, mohel itinerante de la comunidad por aquellos años.
Como fuera, en menos de cinco años David e Isaac retornaron y retomaron sus actividades comerciales. El documento más inmediato tras el regreso está fechado 20 de enero de 1859, y en él encontramos a David como testigo en un préstamo contraído por Sarah H. Maduro. La sociedad de David e Isaac llegó cuando menos hasta 1864, cuando se ubica a David vendiendo una balandra propiedad de Isaac y firmando a nombre de “su hermano y consocio”. En algún momento a fines de los años sesenta la sociedad termina, ya que Isaac aparece en solitario. Así, en 1869 lo encontramos como acreedor de Carlos María Gonzalez. Para 1871 David A. Senior estaba radicado en Curazao y, desde entonces, Isaac A. Senior quedó como único responsable de la firma, hasta la incorporación de su hijo Josías, como apoderado en 1883 y como socio en 1884, poco antes del fallecimiento de Isaac, quien a su muerte deja a su último hijo, Segismundo, con apenas siete años de edad.
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