Notas |
- De Germán Suárez Escudero, de febrero de 2011:
La historia oculta de Medellín
El 12 de octubre de 1675, al tomar posesión de su cargo, el nuevo Gobernador, don Miguel de Aguinaga, encontró en su despacho tres documentos relativos al Sitio de Aná, que eran: el primero, una real cédula del 22 de noviembre del año anterior, por medio de la cual doña Mariana de Austria autorizaba la "fundación" de Medellín; el segundo, una disposición del 13 de junio de 1671, por la cual las autoridades municipales del sitio de Aná adoptaban como sello oficial que debía estamparse en todas las pesas y medidas del comercio local, una vela "insignia y señal de Nuestra Señora de La Candelaria", Patrona del pueblo; y el tercero, una copia del informe rendido por el gobernador anterior, don Francisco de Montoya y Salazar, con fecha 30 de junio de 1671, en el que dice que en el sitio de Aná hay una iglesia en la que hace más de 20 años está colocado el Santísimo Sacramento, agregando que hay "más de cien casas fundadas en forma de pueblo, con cura y maestro de la doctrina cristiana y gramática".
Por cierto que el despacho eclesiástico estaba nutrido con libros abiertos en el famoso poblado de San Lorenzo, que guardaban las partidas de nacimiento, matrimonio y defunción de la comunidad colonizadora, de lo que hoy es Medellín y sus vecindades. Aquí figuraba la aprobación, en 1630, de las constituciones de la cofradía de Nuestra Señora de la Candelaria, establecida en 1627 sobre la devoción que le había prestado su luz desde 1616 al poblado de San Lorenzo.
Faltaba decir que el campante gobernador fue recibido con el repique de las campanas de la iglesia parroquial, aquí levantada en 1649, y la bandera de España en el balcón de la casa cural; salieron a su encuentro, entre capitanes y señoras elegantes nacidas aquí, ocho sacerdotes residentes, y se alojó cómodamente con sus ayudantes, en la casa muy espaciosa de don Francisco Díaz de la Torre, contigua al templo y diagonal a las Tiendas de Nuestra Señora de La Candelaria, emporio comercial del sitio de Aná que ocupaba tres locales del costado norte y era propiedad de don Manuel Sánchez de Vargas, con veinticinco años de tradición en la plaza Mayor, hoy Parque de Berrío.
Lo único cierto que hizo don Miguel de Aguinaga en el sito de Aná fue restablecer el régimen municipal puesto en marcha cuatro años atrás por Juan Bueso de Valdés, gracias a los buenos oficios de los gobernadores Luis Francisco de Berrío y Guzmán y Francisco de Montoya y Salazar.
El blanco y vetusto frontis de la Basílica Menor de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín, luce -si así puede decirse- una placa barata, como puede serlo de piedra bogotana, recuerdo del Concejo, con motivo de la espuria celebración, en 1975, de los 300 años de Medellín, que le hace mucho daño a la historia de la ciudad, principalmente a los turistas y personas desprevenidas, porque su mensaje falsea la historia de ese templo, y con la historia del templo, la historia de nuestra capital, toda.
- Escribano del Cabildo de Medellin.
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