Notas |
- LIBARDO PARRA TORO:
TARTARIN MOREIRA -Aquellas Canciones- Viernes 20 de enero de 2012
Tranvia Parque de Berrio 1947. Medellín.
Todo pasajero debe llevar exacto el valor de su tiquete; el motorista no esta obligado a devolver ni a cambiar dinero.
Al llegar al término de un viaje, los pasajeros que deseen regresar en el mismo carro pagarán nuevamente su pasaje, antes de que el motorista admita nuevos pasajeros en el carro.
LADO 1
1. AMARGURA Libardo Parra T. ? Ed. V. Malderen PEDRO VARGAS
2. EMBRIAGUEZ DE LLANTO Libardo Parra T. MAGALDI-NODA con Guitarras
3. TRISTE OFRENDA Libardo Parra T. ? G. Benftez MARGARITA CUETO -EVARISTO FLORES
4. POR ELLA Libardo Parra T. - Magaldi-Noda LUIS VALENTE con Mandolina y guitarras
5. MI PORTEÑITA Libardo Parra T. - Mauricio Valenzuela ACOSTA -VILLAFAÑE con Guitarras
6. ROSARIO DE BESOS Libardo Parra T. - Francisco Paredes H. VALENTE Y CACERES con Orq. Típica
LADO 2
1. DOLOR SIN NOMBRE Libardo Parra T. - Jorge Molina OBDULIO Y JULIAN con Jaime Llano al Órgano y su Conjunto
2. SON DE CAMPANAS Libardo Parra T. -Carlos Vieco O. AGUSTIN MAGALDI con Guitarras
3. SEPARACION Libardo Parra T. -A. Alzate G. OSPINA Y MARTINEZ
4. MALDITOS CELOS Libardo Parra T. HUGO DEL CARRIL con Guitarras
5. ES MEJOR QUE NO VUELVAS Libardo Parra T. - Camilo García DUETO DE ANTAÑO y Conj. de Guitarras
6. AMOR Y DOLOR Libardo Parra T. OBDULIO SANCHEZ y Conj, Luis Uribe B.
Se hizo especialmente para este disco la grabación de AMOR Y DOLOR.
AMARGURA
TRISTE OFRENDA
SEPARACION
Son pocos los hombres que han llegado a identificarse tan absolutamente con el ambiente en que les tocó actuar y vivir, y ser al mismo tiempo uno solo, inconfundible y aislado dentro de ese mismo ambiente, como Libardo Parra Toro (Tartarín Moreira), poeta y músico antioqueño nacido en Valparaíso (Antioquia), educado en Andes, "hecho" en Medellín y en Medellín mismo fallecido en la madrugada del 1º de noviembre de 1954, en olor de bohemia musical y apasionada, precisamente cuando en un establecimiento de cantina caía también, abatido por un balazo, un cantante joven que se disponía a llevar al disco algunos de sus más famosos números románticos: Lucho Vásquez.
El seudónimo que adoptó para sus escritos sentimentales Libardo Parra Toro ?para los humorísticos usó el de Doctor Barrabás? nació de una novela de Soiza Reilly titulada "La Ciudad de los Locos". Y cuentan los que supieron de aquello, que durante el tiempo en que perdió la razón y tuvo que internarse en el Manicomio Departamental, tuvo las mismas manías del extraño personaje protagonista de ese libro: Tartarín Moreira.
Soiza Reilly era tenido como el gran cronista de la época. Sus Reportajes en "Caras y Caretas" servían de modelo a los jóvenes periodistas de Colombia, y desde luego Tartarín también hizo del famoso escritor argentino uno de sus patrones.
Medellín vivía entonces una intensa vida literaria. En la tertulia del Negro Cano. Alrededor de las mesas del café La Bastilla, en Junín; o en el "Blumen"; o en el Chan-tecler casi al frente donde tocaba Gonzalo Vidal, o en el Cádiz, alternaban el "papá" de la novela nacional, Tomás Carrasquilla, don Efe Gómez y Horacio Franco, ?el ayer y el hoy de la literatura local? y en El Globo, en el marco del Parque de Berrío, "Los Panidas".
Estos "Panidas", que según parece sumaron trece en total, llegaron a ser en su mayor parte grandes figuras de las letras criollas. Allí estaban el poeta León de Greiff, el filósofo Fernando González, el caricaturista Ricardo Rendón, Teodomiro Isaza, Rafael Jaramillo Arango, José Manuel Mora Vásquez, Bernardo Martínez Toro, Pepe Mejía, arquitecto y dibujante, Jorge Villa Carrasquilla, y Libardo (Tartarín), el menor del grupo, con apenas 18 años a cuestas.
Eran aterradores "Los Panidas".
Especie de "nadaístas" de aquellos días.
Se aseguraba de ellos que tenían un pacto secreto para autoeliminarse por riguroso turno ?tres o cuatro lo hicieron efectivamente? y se rumoraba que sus reuniones eran verdaderos aquelarres, con ensayos espiritistas, desafío a las buenas costumbres y todo lo demás.
Lo mismo, exactamente, que "La Gruta Simbólica" de Bogotá.
Ni tanto, en lo efectivo. Lo que pasaba era que gustaba celebrar con libaciones generosas la aparición de su revista oficial. Y hacían mucho escándalo, de pura "bulla", crecido por las pacatas costumbres de la época.
Medellín era más lindo y cordial cuanto menores eran sus complicaciones modernistas.
Y en sus tertulias y amanecidas, Pelón Santamaría y Manuel "Blumen" y Augusto Trespalacios; Obdulio y Julián, que apenas nacían a la gloria bambuquera; "Silga" Ríos y Miguel Angel Trespalacios y Samuel Martínez, cantaban bambucos, pasillos y danzas de estreno que culminaron como páginas clásicas del cancionero criollo, y que acompañaban el piano de Fernando Molina, la bandola de Nano Pasos o la "jazz" de Nicolás Torres.
Tiempos felices aquellos del Medellín de los veintes, cuando se podía trasnochar al aire libre tranquilamente, y beber en la aurora un aliento mañanero sano y cordial, sin humo industrial, frente a un silencio resquebrajado apenas, de cuando en cuando, por el cascabeleo de los coches de caballos.
Como si fueran de aquí, se cantaban los bambucos y las claves yucatecas de Palmerín y de Guty Cárdenas, y de "Blanco y Negro" o de "Sábado", de "Caras y Caretas" o de "Cromos", se recortaban versos de amor para convertirlos en melodías de claro sabor serenatero.
Así nacieron, "Mañana de Primavera" con letra de Juan Ramón Jiménez y "Te Fuiste" y "Desde Aquel Día" (Ausencia) de Ortiz de Pinedo, y "Acuérdate de Mí", de Abel Fariña y Mussete... y muchos otros.
Sólo con carácter excepcional ocurría el encuentro de un poeta y de un compositor como mutuos colaboradores; casos, por ejemplo, como los de Benedicto Uribe y "Blumen", o León Zafir y Carlos Vieco.
Dentro de ese ambiente, Tartarín se convirtió en el primer letrista, propiamente dicho que tuvo Antioquia. Y uno de los primeros con que contó Colombia. Un hombre que construía versos, pensando, simultáneamente, en que ellos se convertirían en canciones. Por encargo a veces, a veces por cuenta propia, y a veces también para adobarlos a su misma producción musical, para hacer en el tiple la melodía y lograr músicas de una belleza y expresión tales, que de haber persistido hubiera sido una especie de Guty Cárdenas o de Agustín Lara de la canción colombiana. Lo comprueban: "Embriaguez de Llanto" y "Qué Puedo Hacer yo Dios mío".
Se incorporó también al teatro, y montó con la colaboración de Roberto Crespo, y con destino a la compañía de Marina Uguetti, una revista cómico-musical, "Medellín al Día", para la cual adaptó una letra a cierta vieja y olvidada habanera cubana que llegó así a convertirse en una canción clásica de Colombia. "Mi Ranchito", o "Arriba Entre los Maizales".
Sin embargo, Tartarín se quedó al fin y al cabo en "poeta menor".
Aferrado a su bohemia, fue metiéndose en Medellín y en sus noches hasta confundirse con ellas.
Los años del medio siglo, que fueron también los de "su" medio siglo, nos hallaron compartiendo con el atardecer de su carrera vital, en musicales atardeceres en el bario de La Toma, en "El Hoyo de Misiá Rafaela", exactamente, desde donde divisábamos la placita de Boston empapada en recuerdos y poblada de ventanitas novieras.
Era ya una leyenda viva, enfundada, como en sus tiempos juveniles, en un atuendo que desafiaba la lógica de los colores y la complacencia burguesa.
Erguido, susurrando más que conversando, sobre anécdotas de las horas pasadas. -En su tiple entre tanto, los bambucos renacían, retozaban y vestían como él de colores vivos.
Nos acompañaron muchas tardes, entonces, Obdulio y Julián, sus intérpretes favoritos, y Gabriel Cuartas Franco.
Fue cuando a ellos enseñó "Dolor sin Nombre".
Sobre este bambuco han corrido multitud de versiones y diretes que vale la pena rectificar de una vez.
"El Trapiche" o "La Rueca", como se le conocía, era una vieja melodía que Tartarín aprendió en Pereira ?y que según se afirma es original de Jorge Molina?, en sus tertulias inolvidables con Luis Carlos González y Raúl Echeverri, dos de sus amigos del alma. A solicitud nuestra y con destino a una grabación de Obdulio y Julián, que por cierto él mismo acompañó al tiple, le agregó dos estrofas en las cuales tuvo el cuidado y el acierto de mantener igual ambiente que en las originales. Y adaptó la música al estilo bambuquero en boga.
Fue así como se acreditó en los sellos ?arreglo de Tartarín Moreira? y si posteriormente se le atribuyó a él la totalidad de la paternidad de esa canción fue contra su venia y sin su conocimiento.
Menos todavía lo que se asegura que la hizo en homenaje a su hijo muerto.
Tardes antiguas con Tartarín como aquellas que vivieron los contertulios del andén de "La Macarena" en Envigado, cuando se trenzaba en cordiales retos juglarescos con otro gran poeta de su misma escuela: "Santiago Vélez Escobar (El Caratejo). Y se poblaban los aires con las notas nostálgicas de sus tiples querendones.
Lo complacía la forma como Pedro Vargas Interpretó el tango "Amargura", cuya letra adaptó a una antigua música francesa ?"Tango del Ensueño"?; y la versión que hizo Hugo del Carril de "Malditos Celos". Nos contó cómo "Son de Campanas" y "En la Calle" y "Montañerita Mía" fueron destinados inicialmente para Gardel, pero la muerte del zorzal truncó los proyectos de su amigo y protector, Félix de Bedout, quien los hizo entregar entonces a Magaldi. Consideraba que '"Amor y Dolor" era una de sus mejores canciones, y repetía que le hubiera gustado colaborar más con Paredes Herrera ?de su gran preferencia? una de cuyas músicas sirvió para "Rosario de Besos", éxito tremendo que en un momento dado tarareó Colombia entera.
Abjuró de los cenáculos intelectuales. Le gustaba ser eso no más: un "poeta menor", aunque algunos de sus poemas, como "Por la abierta ventana", laureado en célebre concurso, tuviera fuerza lírica "mayor". Como la tiene también una de sus últimas obras, "Barrio Triste" que fue poco apreciada por el encasillamiento en "lo popular" a que lo habían condenado. Este poema fue el principio de una especie de "Suite Poética" sobre los barrios medellinenses, que tanto quería y conocía.
Este álbum paga una deuda que habíamos contraído con el recuerdo de quien tuvo tan intensa significación en el Medellín de las canciones; el Medellín pobre y amoroso de nuestra juventud.
Apenas encierra algunos de sus aspectos de letrista y de músico, cuya totalidad llenaría muchos volúmenes. Y la presencia de varias de las voces que él amó y que han llevado, junto al cordaje de los tiples y de las guitarras nocheras, ese cancionero de Tartarín, enamorado y simple como el pueblo que lo ensalzó y que lo quiso tanto, además de algunos célebres intérpretes internacionales que contribuyeron a su gloría.
De quien vivió la vida gemela de su mundo poético, desigual, manirroto y solitario, enfebrecido de humanidad, elemental y sonoro, como el tiplecito de las tardes de La Toma.
Hernán Restrepo Duque
Publicado por luis en 05:26
- LIBARDO PARRA TORO:
Tartarín Moreira
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Tartarín Moreira. Músico, poeta y escritor colombiano.
Esbozo biográfico
Tartarín nació en la ciudad de Valparaíso, Antioquia, en 1898. Falleció en Medellín en 1954.
Fue un ilustre escritor y compositor antioqueño.
Su nombre real era Libardo Parra Toro.
Y, también, acostumbraba utilizar el seudónimo de Dr. Barrabás. En su calidad de periodista colaboró en los periódicos El Correo Liberal, El Diario y El Heraldo de Antioquia.
Fue uno de los primeros autores de canciones en su tierra natal, Antioquia paisa. A veces lo hacía por encargo, otras porque le nacía, y a muchos de sus propios temas también les compuso la música, incluidos varios bambucos.
Algunas obras como Son de campanas y En la calle, que estaban destinadas a ser interpretadas por Carlos Gardel, terminaron siendo cantadas por Agustín Magaldi después de la muerte trágica de Gardel en Medellín.
Proyección internacional
La gran mayoría de los famosos cantantes latinoamericanos interpretaron canciones de Tartarín. Asimismo, compositores de la más alta jerarquía nacional e internacional musicalizaron poemas de este ilustre bardo paisa. Con el renombrado compositor ecuatoriano Francisco Paredes Herrera compuso el inmortal pasillo ?Rosario de Besos?.
Véase también
Escobar Vélez, Gustavo: Crónica sobre Tartarín Moreira
Algunas obras
Por la ventana abierta
Separación
Laude
Poesía
Crónicas
Qué puedo hacer yo, Dios mío
Embriaguez de llanto
Amor y dolor
Dolor sin nombre
Es mejor que no vuelvas
Triste ofrenda
Mi porteñita
Ojos tentadores.
Acá un trozo famoso del profesor Tartarín Moreira cuando, enojado, y después de que en alguna estación le robaron su equipaje, dijo:
Al tipo que se alzó con mi maleta
-sujeto jijueputa hasta el cogote-
deseo que lo mate de un rebote
y en pelota, una puta camioneta.
Que le embuta el volante hasta la horqueta
y que a la mierda sus pelotas bote,
para que ese hijueputa, gran puñeta,
a los infiernos se traslade al trote.
Y si su madre vive, vieja zaina,
en un burdel inmundo de Lovaina (*),
vieja verraca, culipronta, enjuta,
no falte algún cabrón que se lo meta
y a él le diga en su jedionda jeta:
¡ Yo me comí a tu madre, jijueputa!
* Zona de prostitución y tolerancia del viejo Medellín de sus días.
- Libardo Parra Toro "Tartarín Moreira"
Autor - Compositor
Valparaíso - Antioquia
"Qué puedo hacer yo Dios mío, si ella fue mi amor primero,
si todavía la quiero, qué puedo hacer yo, Dios mío!"
Libardo Parra Toro, su nombre de pila, poeta y músico antioqueño nacido en Valparaiso el 15 de febrero de 1895.
Su infancia y adolescencia las pasó en municipio antioqueño de Andes y el resto de su vida artística en Medellín. Utilizó dos seudónimos: "Doctor Barrabás" para sus temas humorísticos y "Tartarín Moreira" tomado de la novela "La ciudad de los locos", para sus poemas.
Perteneció al famoso grupo de bohemia antioqueño de ?Los Pánidas? que solía reunirse en los diferentes sitios de diversión del Medellín de los años veinte, grupo al que pertenecieron varios famosos intelectuales como León de Greiff, Fernando González, Ricardo Rendón, Teodomiro Isaza, José Manuel Mora Vásquez, Jorge "Jovica" Villa Carrasquilla, Bernardo Martínez Toro, Pepe Mejía y otros más.
El contingente musical de dicho grupo lo conformaban otros igualmente famosos antioqueños de la época, como Pelón Santamarta, Manuel Ruiz "Blumen", Miguel Angel Trespalacios, Leonel Calle, Camilo García, Antonio Ríos, Eusebio Ochoa, Samuel Martínez, Santiago "Caratejo" Vélez, Obdulio Sánchez y Julián Restrepo, entre otros. El grupo de "Los Pánidas" fué algo así como la famosa "Gruta Simbólica" bogotana de esa misma época.
Fué uno de los primeros autores de canciones en Antioquia. A veces lo hacía por encargo, otras porque le nacía, y a muchos de sus propios temas también les compuso la música, como el bambuco "Que puedo hacer yo, Dios mío?". Algunas obras como ?Son de campanas? y "En la calle" que estaban destinadas a ser interpretadas por Carlos Gardel, terminaron siendo cantadas por Agustín Magaldi a la muerte trágica de Gardel en Medellín.
La gran mayoría de los famosos cantantes latinoamericanos interpretaron canciones de Tartarín. Asimismo, compositores de la más alta jerarquía nacional e internacional musicalizaron poemas del ilustre bardo paisa. Con música del renombrado compositor ecuatoriano Francisco Paredes Herrera escribió los versos del inmortal pasillo ?Rosario de Besos?.
Suyas son, entre otras bellas canciones, "Embriaguez de llanto", "Amor y dolor", "Dolor sin nombre", "Es mejor que no vuelvas", "Triste ofrenda", "Mi porteñita", "Ojos tentadores", etc..
Tartarín murió en Medellín, víctima de tuberculosis, el 1o. de noviembre de 1954.
- LIBARDO PARRA TORO:
Seudónimo: Tartarín Moreira, Doctor Barrabás. Liparra.
Nació en Valparaíso el 15 de febrero de 1895. Murió en Medellín, el 1o de noviembre de 1954. Hijo del abogado Antonio Jesús Parra Giraldo y Elvira Toro Castaño. Sus abuelos paternos Nepomuceno Parra y Paulina Giraldo. Los abuelos maternos: Manuel María Toro y Sara Castaño. Vivió en Valparaíso y en Andes. De allí pasó su familia a Medellín, estudiando en el colegio San José y en Instituto Caldas. Frecuentaba la tertulia del Café El Globo. Perteneció al Grupo de los Panidas. Escribía una columna en el periódico El Correo Liberal, llamada ?La lata del día?. También escribía en El Bateo y en Heraldo de Antioquia. Durante su vida se desempeñó en múltiples cargos: detective, calígrafo, técnico en dactiloscopia, burócrata, comentarista de toros, humorista, cronista policíaco, cantante, tocador de tiple. Poeta. Bohemio. Algunas de sus obras fueron cantadas por Pedro Vargas y Agustín Magali a nivel internacional y en Medellín por los duetos de Obdulio y Julián y el Dueto de Antaño, muy recordados por sus serenatas. Diputado a la Asamblea de Antioquia, en 1922. Laureado en los Juegos Florales de Medellín, en 1918.
Autor de pasillos, bambucos y tangos, bien de su propia letra o de arreglos que hacia, como Rosario de besos, Amargura, tango. Malditos celos. En la calle. Ya el trapiche no muele. Crónicas del Dr. Barrabás y quitadolor, 1930. Aquí entre nos... Crónicas humorísticas, 1932. Cancionero, Verso y Prosa, 1985.
Casado con Margarita López Sanín.
De Libardo Parra Toro (Tartarín Moreira):
AL LADRÓN DE MI MALETA
Al tipo que se alzó con mi maleta
__sujeto jijueputa hasta el cogote__
deseo que lo mate de un rebote
y en pelota, una puta camioneta.
Que le embuta el volante hasta la horqueta
y que a la mierda sus pelotas bote,
para que ese jijueputa, gran puñeta,
a los infiernos se traslade al trote.
Y si su madre vive, vieja zaina,
en un burdel inmundo de Lovaina,
vieja verraca, culipronta, enjuta,
no falte algún cabrón que se lo meta
Y a él le diga en su jedionda geta:
¡Yo me comí a tu madre, jijueputa!
- LIBARDO PARRA TORO
(15/02/1895 Valparaíso, Antioquia - 01/11/1954 Medellín, Antioquia)
Poeta y periodista Valparaiseño. Firmaba con los seudónimos: Doctor Barrabás y Tartarín Moreira, éste último es con el que usualmente se le conoce. Se cree que es el primer poeta que escribió para que su letra fuera musicalizada y que ganara dinero por ello, por eso sus letras se encuentran en zambas, tangos, bambucos y pasillos que perduran en el tiempo como Mi Ranchito, Embriaguez de Llanto, Amor y Dolor y Mi montañerita. Fue un bohemio reconocido en los cafés de Medellín que trabajaba en cargos de poca categoría para mantener su economía. Escribió para El Correo Liberal, El Heraldo de Antioquia, El Bateo y La Raza, perteneció al grupo de los Panidas. Algunos de sus poemas son Del Hampa, Barrio Triste, Una Noche con León de Greiff en Bolombolo, Dolor sin nombre (escrito después de la muerte de su hijo Humberto). Ganó el premio de poesía ?Laude?.
- De JAIME JARAMILLO PANESSO
PINTA BACANA LA DE TARTARÍN MOREYRA (1982)
El autor nos presenta a Libardo Parra Toro que fue un personaje sobresaliente en Medellín hasta 1954, cuando murió. Se vestía finamente con el porte y la elegancia del mismísimo Carlos Gardel. La gente lo creía rico, pero la verdad fue que tuvo que ganarse la vida como todos los mortales y trabajó en oficios muy diversos, el que mas se recuerda es el de detective gracias al episodio ocurrido en la captura de un conocido ladrón.
En todo caso Tartarín Moreyra era antes que nada un poeta y sus amigos eran los intelectuales y bohemios, hizo parte de Los Panidas y escribía para los diarios de la época. Se le recuerda especialmente por las letras de las canciones que componía y que incluso llegaron a ser grabadas en la propia voz de Agustín Magaldi. Para finalizar, en la crónica se reproduce un trozo del pasillo Rosario de besos.
- De: https://juanpaz.net/el-contraplano-la-pelea-de-tartarin-con-el-himno-patrio/
El Contraplano: La pelea de “Tartarín” con el himno patrio
Por Orlando Cadavid Correa (ocadavicorrea@gmail.co)
Resulta inexplicable, por decir lo menos, que a un bohemio tan talentoso como Libardo Antonio Parra Toro, más conocido como “Tartarín Moreira”, no le resultaran tan rentables los cuatro oficios que desempeñó en vida y que tuviera finalmente un ocaso tan triste y paupérrimo en la Medellín antañona que tanto amó.
En sus rebusques cotidianos, en la Bella Villa, el recordado personaje fue poeta, compositor, agente secreto y periodista, pero sus ingresos apenas le daban para sobrevivir de manera precaria. Su magra figura era la de un espagueti. En plan de broma, sus contertulios le decían que “algún día se iba a varar por sangre”.
Nacido en Valparaíso, Antioquia, el 15 de febrero de 1895, murió en la capital maicera el primero de noviembre de 1954. Tenía 59 años. Partió hace 65 años en el marco de una pobreza casi franciscana.
¿Dónde fueron a parar las regalías de sus canciones que llevaron al disco cantantes de la talla de Agustín Magaldi, Pedro Vargas, Hugo del Carril, Valente y Cáceres, Briceño y Añez, Obdulio y Julián, Margarita Cueto, Magaldi y Noda, el Dueto de Antaño, Gómez y Villegas, Peronet e Izurieta, Acosta y Villafañe, y Moriche y Utrera, entre otras figuras del repertorio antañón?
Cronista de campanillas del periódico satírico ”El Bateo”, el popular ”Tartarín” solía aportarle a su cotidiano situaciones de la vida real como esta, titulada ”Patriotismo” que rescataron los colegas Jaime Vásquez y Alonso Orozco, timoneles de la revista “Mirador del Suroeste” :
“El otro día me pegó un bufido un sujeto porque no me quité el sombrero cuando tocaban el Himno Nacional. Nunca me lo he quitado. Ni me lo quito. Porque no me da la gana.
El Himno Nacional es una canción sumamente vieja y se la saben hasta los indios del Chamí. Una canción hasta triste ella que, como todas las canciones, me traen recuerdos tristes.
El primero de esos recuerdos, es el varejonazo que me pegó “Aranguito”, el maestro de mi pueblo, Valparaíso, el día que me destemplé al subir la segunda parte, y porque dije: el buen Fermín allá.
Lo recuerdo mucho. Se trataba de hacer no sé qué clase de fiesta, y “Aranguito” me llevó, lo mismo que a otros compañeros, al solar de la casa, en donde había una docena de guayabos agrios y un nido de piñuelas que descubrió Néstor González.
– Vamos a ver. Otra vez, repitan la estrofa. Una, dos, tres. ¡Uf!…
No salimos con nada. Un compañero casi se asfixia con una guayaba que se estaba mascando y que se quiso tragar en el momento del berrido.
Porque para encontrar tipos más destemplados que mis compañeros es necesario oír una de las orquestas que tocan en nuestras principales cantinas. Había voces que eran una puñalada; otras, vacilantes como agua que sale del calabazo, las más eran tan agudas que con las notas más altas se podía sacar una nigua.
Y la que nos hacía dúo era la hija de “Aranguito”, que tenía voz de ladrillo rodando. El compañero que me seguía me armó pereque:
-Hombre, no sea tan marrano que no se dice Fermín, sino Germín allá.
-¿Germín? Valiente cursiento tan bruto.
Y le pegué una patada.
Entonces el maestro que estaba voleando la batuta para emprender el atropello contra la segunda estrofa, se nos dejó venir:
-A ver ¿qué es la cosa?
-Éste que me está alegando que no se dice “el buen Fermín allá”.
Eso que oye “Aranguito y me larga un garrotazo en la cabeza, que me hizo parpadear siete minutos, y me emperré a llorar, chupando piñuela al mismo tiempo”.
La apostilla: Va por cuenta del “Tartarín Moreira”, doquiera se encuentre: “En fin, no me entusiasma el tal Himno, y pueden dejarse venir patriotas y patrioteros. He dicho que es una canción muy vieja y que en caso de guerra me haría romper el hígado más bien al son de la “La cucaracha” tocada con chirimía. No me prende vértigos de sangre y de empuje, no solevanta mi ánimo a luchas marciales, no me inclina a ser un héroe. Lo que me da es una angustia terrible con ganas de almorzar. Un desaliento pavoroso que me pone a comer empanadas donde primero las encuentre”.
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